No os engañéis Princesa.
No hay príncipes perfectos
a pesar de las apariencias.
Pero un Dragón vendrá,
al que tenemeréis sin consuelo,
pero no debéis hacerlo,
pues no es igual
que aquel Príncipe perfecto
que os prometía el cielo,
sino un Dragón
que tendrá su corazón
igual de grande que su cuerpo,
que os cuidará sin prometeos
ni el más mínimo rayo de luz,
pues será su luz
la que os deslumbrará
nada más él veros.
Porque las promesas
se las lleva el viento,
pero los sentimientos
se agarran como raíces
en los adentros...
María Silva.
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