Rose se sentó en el banco como cada mañana. Algo extraño ocurría en el estanque que hay en frente. Parece que Cloe ha abandonado nuestro mundo, nos ha dejado. Aquella pobre tortuga observada por muchos y cuidada por pocos descansaba flotando boca arriba mientras algo extraño ocurría a su alrededor, estaba siendo devorada por sus congéneres. Rose perpleja no daba crédito a lo que sus ojos estaban percibiendo. ¡Los padres y hermanos de Cloe se la estaban merendando sin patatas ni nada! Cría cuervos y te sacarán los ojos pensó.
Precisamente unos cuervos que por allí rondaban miraban a Rose con la misma expresión que aquellas tortugas “devorafamiliares”. Decidió entonces convertirse en la reina de los córvidos. Los malcriaría y adiestraría hasta hacerlos suyos. Les enseñaría a sacarle los ojos a los demás y así ella estaría a salvo. Qué idea tan genial tuvo ¿verdad?.
Lo que no sabía Rose en ese momento es que la tortilla puede darse la vuelta y destruirse por completo, como con aquella pobre tortuga, y que finalmente los ojos se los sacarían a ella con el mismo fervor que a cualquier otro olvidándose por completo de su persona.
Sumergida en su hipocresía, Rose amamantó a aquellos cuervos como si de sus bebés se tratasen, sin imaginar aquel final tan tétrico pero merecido que obtendría.
“Quizá los cuervos no eran tan obedientes como creía”, pensaba en voz alta mientras estos le sacaban los ojos. “Quizá tenía que haberlos castigado sin alimento”, “quizá tenía que haber sido más dura con ellos”, “quizá…”
Quizá Rose no tenía que haberlos utilizado. Tan mal está morder la mano que te da de comer como los propósitos interesados y malvados que esa mano tenga. No se debe utilizar a nadie Rose. Lo malo que tenga que pasar pasará, pero no podremos evitarlo poniendo el parche antes de que se produzca el pinchazo. Más cuidado la próxima vez, los que tengan próxima vez, porque Rose desaprovechó su última oportunidad y es que tampoco sabemos cuándo va a ser la última…
No atraigas el mal hado que no está de pasar.