Leyendo he descubierto
de dónde viene una frase muy utilizada por mi familia. Unas palabras que al decirlas tienen una
melodía especial y mi familia y amigos cercanos a ella han tomado como tradición a la hora
de pedir que le sirvan vino.
¿Quién le iba a decir a
Fernando de Villalón Daoíz y Halcón cuando escribió el poema Diligencia de Carmona que casi cien años después una familia pacense utilizaría sus versos a diario,
convirtiéndolos en un símbolo distintivo, característico y propio? Y es más,
que lo transmitirían de generación en generación a sus congéneres.
Un poeta sevillano,
ganadero y agricultor. El Poeta Brujo le apodaron. Seguro que ya sabría en
aquel entonces lo que hoy en día ocurriría. Sí. Practicaba la nigromancia, la
alquimia, la teosofía y el espiritismo. “Las
cosas de Fernando” decía Lorca. Eso sin contar que era criador de toros de ojos
verdes. “Verdes como la albahaca” que
completaría Rafael de León con su Ojos Verdes.
Sus últimos años los
pasó arruinado. Gastó gran parte de una herencia que recibió en buscar e
intentar conseguir una ganadería de toros con los ojos verdes (mito de la
Atlántida, conseguir el toro-dios del relato platónico); y otra gran parte la
invirtió en tierras para encontrar el origen de Tartesos, tierras que más tarde
vendería. Relacionar este punto con mi familia es difícil. También hemos tenido ideas descabelladas como él, pero no hemos tenido
toros, sino cerdos, gallinas, cabras y pavos; y tampoco nos hemos visto en la
ruina, gracias a ¿Dios?. Si bien, acabó en Madrid con su esposa, ciudad a la que la mayoría de mis familiares decidió emigrar.
Os dejo el famoso
poema que nos une con este gran poeta y os recomiendo pasar por Maguilla y
decirle al tío Zapa “echa vino, montañés, que lo paga Luis de Vargas”.
Diligencia de
Carmona,
la que por la vega
pasas
caminito de Sevilla
con siete mulas
castañas,
cruza pronto los
palmares,
no hagas alto en
las posadas,
mira que tus
huellas huellan
siete ladrones de
fama.
Diligencia de
Carmona,
la de las mulas
castañas.
Remolino en el
camino,
siete bandoleros
bajan
de los alcores del
Viso
con sus hembras a
las ancas.
Catites, rojos
pañuelos,
patillas de boca de
hacha.
Ellas, navaja en la
liga;
ellos, la faca en
la faja;
ellas, la Arabia en
los ojos;
ellos, el alma a la
espalda.
Por los alcores del
Viso
siete bandoleros
bajan.
Echa vino,
montañés,
que lo paga Luis de
Vargas,
el que a los pobres
socorre
y a los ricos
avasalla.
Ve y dile a los
milicianos
que la posta está
robada
y vamos con
nuestras novias
hacia Écija la
llana.
Echa vino,
montañés,
que lo paga Luis de
Vargas.
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