Hacerlo ligeramente. Introducirse en al ánimo sin hacer
mucho ruido. Dar a entender aisladamente los deseos dando pasos sin tocar el
suelo. Magia. Oscuridad. Suspense.
Incertidumbre parcial que el cerebro no asimila como tal.
Cree saberlo todo pero la imaginación manda. Nada es tan real como creemos.
Nada es tan verdad como queremos. Como un cuadro sin terminar. Como una sombra.
Como una nube que toma diferentes formas dependiendo de los ojos que la miren.
Morbo. Vicio. Masoquismo. Pérdida del control. El despertar
del apetito más placentero. Un lenguaje innato que nadie enseña y todos
sabemos. Creación de nuestro cerebro primitivo de reptil. Condescendencia
obsesiva y excesiva.
Una caricia, una mirada, un olor, un sonido, un sabor. El
rojo. El negro.
Una postura descontrolada, redondeada, que puede parecer
obtusa, imposible y vergonzosa en una situación de calma.
Imaginación desordenada. Ideas masivas. Como un tubo de
botella. Como una marabunta de hormigas migratorias que devoran todo lo que
encuentran a su paso. Abusar. Pasar los límites hasta rozar la obscenidad. Perder
el recato.
Arte milenario que esculpe la imaginación, las emociones, los
sentimientos. Virtud de no tantos para disfrute de muchos.
Un juego de estrategia en el que el objetivo es buscar la
sumisión del adversario, su rendición, la entrega propia de su cabeza, de su
voluntad, de su persona. El control como si de una marioneta se tratase. La
creación de unos hilos invisibles que sujetan las extremidades haciéndolas bailar
a su antojo.
En realidad se trata de un juego sencillo, se trata de dar, de hacer brillar al otro, fundamentalmente se trata de sentir y los límites los pone la imaginación de cada uno. En estos asuntos, la razón va perdiendo su peso hasta desvanecerse en la sombra que nos van dejando los besos. Interesantes reflexiones las que nos ofreces, un abrazo.
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